Rubén Sanz es un novillero de Soria que desde que era un niño sintió la vocación de ser torero. A los cuatro años, vestido con un infantil traje de luces, ya hacía el paseíllo al lado de los matadores que toreaban en su ciudad. A los dieciocho toreó por primera vez. Tal vez el personaje más inolvidable y dramático es la madre que, por amor al hijo, se debate entre el miedo a que lo mate un toro y el deseo de verle feliz, y aceptando con resignación que su hijo, a sus 29 años, no tenga más oficio ni beneficio que este sueño inalcanzado. El documental no es solo una película de toros, sino un reflejo de una cierta sociedad.
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