A los 33 años, y después de numerosos intentos para conseguir ser músico, Chris todavía vive con su madre en Judeais-Nazareth, un pequeño pueblo francés. Un día se cruza con el padre Marc, un joven misionero que intenta recaudar fondos para construir el Hospital de Niños en Haití. Marc recluta a Chris y lo disfraza como el Padre Christopher. Juntos emprenden una gira por Francia y pronto hacen bailar a todo el país.
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