A El Paraíso, un complejo residencial en decadencia, llega un extraño. Dice ser Quinn (Charles Dance) y venir a cubrir el puesto de portero. Gracias a sus esfuerzos, el edificio comienza a mostrar la promesa de "paraíso" que ofrecían su nombre y los viejos letreros en la carretera. Y con su simpatía y buen carácter se gana la confianza de adultos y niños.
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