Durante 35 años Doña Flor ha trabajado como empleada en una oficina del gobierno, su vida está envuelta entre el orden y la rutina. Una mañana se despierta para encontrar a su gato muerto. Al negarse a aceptar la pérdida de su único compañero, Doña Flor intenta continuar la vida como de costumbre, pero la pérdida desencadena recuerdos del ahogamiento de su propio hijo. Doña Flor vuelve al agua para salvarse de ahogarse en la tristeza.
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