Tras comerse un periquito, el gato de un rabino adquiere la capacidad de hablar, y no sólo eso, sino que se vuelve un estudioso de las creencias de su amo, criticándolas como sólo un gato podría hacerlo, y entablando una fuerte amistad con la hija del religioso.
Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí:
Política de cookies.