Una mujer se ve obligada a afrontar las dificultades y achaques que supone el envejecimiento. Cuando se cae y se rompe la cadera, necesitará de los cuidados de su hija, que tendrá que dejar su casa y su familia para ocuparse de ella. Pero la anciana, que es muy orgullosa, preferiría no pedir ayuda.
Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí:
Política de cookies.