Un exjugador (Reynolds) adiestra en todos los trucos del póker a un arrogante estudiante universitario (Harrison) y también le enseña cómo “jugar al jugador" en vez de jugar simplemente a las cartas. Al principio todo va bien entre ellos hasta que tienen un altercado que rompe sus relaciones; sin embargo, muy pronto serán contrincantes en los campeonatos de la Gira Mundial de póker.
La principal alegría de este drama de póquer es ver al septuagenario Burt Reynolds revivir sin esfuerzo su personalidad de la década de 1970. La historia era predecible sin grandes sorpresas. El final es un cliché completo, pero todavía estaba en suspenso.
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