Existe en Buenos Aires un lugar que pocos conocen, pero del que casi todo el mundo habla. Detrás de un paredón insípido y de una puerta que no dice mucho, están los restos de una catedral gótica, donde funciona un singular restaurante que ofrece una sola mesa. Todas las noches una última cena. Nadie viene sólo a disfrutar solamente de una gran comida, de los mejores vinos y de buena música. Los comensales que se sientan en la mesa, definen algo importante en sus vidas.
Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí:
Política de cookies.